ALGUNOS ANTECEDENTES SOBRE LOS CONGRESOS DEL MIR Y LA INCORPORACIÓN DE LOS JÓVENES PENQUISTAS.

A) Primer congreso del MIR: Conformación 1965

“El Rebelde”, órgano oficial del MIR expresaba en algunas líneas lo acontecido en 1965:

“Por primera vez en los últimos años se pudo constatar una corriente viva de pensamiento marxista creador y las intervenciones de los delegados enriquecieron los trabajos presentados, comenzando así la vida del MIR con un serio bagaje doctrinario[1]

La conformación del MIR en 1965 en Santiago, no fue en su mayoría una expresión joven del pensar político, sino más bien, la estructura del nuevo movimiento que se conformaba, estaba compuesta por “viejos” sindicalistas como es el caso del connotado Clotario Blest y varios personajes políticos como Ernesto Miranda[2], Hernán Gamboa – Patricio Figueroa[3] , Humberto Valenzuela - Luis Vitale[4], quienes eran afable en su mayoría a un penar Trotskista y socialistas revolucionarios. Estos enfoques ideológicos perduraron durantes los primeros tres años del MIR. Así lo expresa Miguel Enríquez (1968) quien ratifica las diversas corrientes expresadas en un comienzo en el movimiento:

“El MIR surgió en 1965 de la fusión de varias pequeñas organizaciones de ex militantes socialistas, comunistas, trotskistas y pekinistas (…)[5]

La conformación del primer comité central quedó bajo Ernesto Miranda (trotskista), y la Secretaria Nacional encabezada por el mismo Miranda, acompañado por Humberto Valenzuela, Oscar Waiss, Dantón Chelén y Gabriel Smirnow. Todos estos con un pesado camino político e ideológico.

La declaración de principios que se expresó en este primer congreso de fundación queda bajo el alero de Luis Vitale.

La importancia de los jóvenes penquistas en este primer congreso queda bajo la Tesis Político – Militar que invitaba a conquistar el poder por la vía insurreccional, esta tesis fue elaborada por Miguel Enríquez[6], ayudado por Edgardo Enríquez, Marcos Antonio Enríquez, Bautista van Schouwen y Marcelo Ferrada[7], la cual fue aprobada. Este acontecimiento lo expresa Vitale (1999) participante directo del tercer congreso:

“hecho inédito en la historia de los partidos de la izquierda chilena, pues en ninguno de sus Congresos jamás fue aprobada una tesis insurreccional
[8]


B) Segundo congreso del MIR - 1966

Este segundo congreso se realizó en Agosto de 1966, en donde la materialización de ideas fue casi nula, aunque si las cabezas del Comité Central fueron cambiadas. En la Secretaria General quedó Enrique Sepúlveda, y la Secretaria Nacional bajo algunos militantes que el año anterior ya componían este cargo como: Humberto Valenzuela, Gabriel Smirnow, a su vez suman nuevos nombres como es el caso de Jorge Cereceda y Luís Vitale.

En este segundo congreso se trabajan algunas tácticas a seguir como las tesis 1: “De la crisis de la revolución en Libertad surgirá la revolución socialista” y 2: “El carácter de la revolución y la contrarrevolución”[9].

Los jóvenes penquistas comienzan a tener una participación activa el año 1967, precisamente cuando Luciano Cruz logra la jefatura de la FEC en este mismo año[10], poco a poco los jóvenes penquistas tomaban terreno de los pasos iniciados en 1965. Se acercaba el año en que los jóvenes toman y concentran el poder mirista.


C) Tercer congreso: Fortalecimiento - 1967

En 1967 (Diciembre) el tercer congreso del MIR se realiza en la casa de la cultura de San Miguel. A partir de este año el MIR se caracteriza por un lineamiento “castrista”, que se ve reflejada en la tesis insurrecciónales que Miguel realiza:

“Las tesis insurrecciónales que traía Miguel de Cuba en 1967, eran una mezcla de la teoría foquista con conexión con las masas.[11]

La Secretaría General queda en manos de Miguel Enríquez (con solo 23 años), la Dirección Nacional es asumida por otros jóvenes penquistas como son: el mismo Enríquez, Luciano Cruz, Bautista van Shouwen, Sergio Pérez y Sergio zorrilla[12]. Y en el Comité Central quedan; Miguel Enríquez, Luciano Cruz, Bautista van Shouwen, Sergio Pérez, Sergio Zorrilla, Edgardo Enríquez, Washington Figueroa, Jorge Grez, Patricio Figueroa, Nahuel Figueroa, Winston Alarcón, Norman Gamboa, Carlos Jara, entre otros[13].

Sobre esta conformación P.F. expresa lo que se concebía con la Secretaría General de Miguel:

“A mi me toco ir al tercer congreso donde sale Miguel Enríquez el 67, como secretario general, viajó toda la gente para allá en caravana… ahí yo me sentí verdaderamente un militante de una revolución, a pesar de ser un estudiante.[14]

Las nuevas cabezas jóvenes ambicionaban un carácter más activo de la masas, si bien el MIR tenía ya tres años de conformación todos sus planteamientos fueron hechos de forma teórica durante estos años. Desde 1967 las tácticas propagandísticas fueron enfocadas a los estudiantes y obreros, “El Rebelde” quedó bajo la dirección del joven penquista Bautista van Schouwen dando mayor protagonismo a Concepción.

En 1965 como en 1966 se mantuvo una estructura “antigua” poco dinámica en las cabezas visibles del MIR, en comparación con el año 1967 en donde existió la incorporación de nombres nuevos en la dirigencia del movimiento, el dinamismo estaba en el carácter joven - activo de los militantes, recalcando la importancia de los jóvenes penquistas en el proceso de fortalecimiento del MIR y en especial con la Secretaría General de Miguel Enríquez, y bajo la dirección nacional - comité central de otros jóvenes como Bautista van Schouwen, Luciano Cruz, Edgardo Enríquez. La aparición de estos jóvenes con mayor preponderancia se realiza en el tercer congreso, lo que no significa que en los años anteriores no hubieran sido partícipes del movimiento, ellos fueron parte del MIR desde su conformación y aportaron siempre con ideas vanguardistas como la tesis político – militar de 1965.

La evolución al fortalecimiento se puede expresar bajo el carácter “activista” de los nuevos miembros centrales del movimiento, de esta misma forma la juventud fue parte central de las cúspides del MIR ejemplo de ellos son las edades de:
Edades en el Tercer Congreso (1967)
Miguel Enríquez: 23 años
Luciano cruz: 23 años
Bautista van Schouwen: 22 años
Nelson Gutiérrez[20]: 25 años


La edad y el contexto generacional (estudiantil) reciben ciertas críticas (de forma, no de fondo), por lo mismo que para algunos “(…) el liderazgo revolucionario de 1970 tuvo una raigambre social débil y superficial, precisamente por su origen estudiantil y juvenil[21]”.


[1] El Rebelde, Nº 33 año III, septiembre de 1965.
[2] Del grupo Anarquista “Libertario.
[3] Del Partido Socialista Revolucionario.
[4] Trotskistas.
[5] Revista Punto Final, martes 23 de abril de 1968, p. 2.
[6] Miguel Enríquez leyó la Tesis Político - Militar a la asamblea del primer congreso del MIR.
[7] Información adicional entregada por informantes claves.
[8] Vitale, Luis, Op.cit , p.8.
[9]Revista Estrategia, Nº 7, Enero 1967 ver Tesis Nacionales del Segundo Congreso del MIR.
[10] NARANJO. P. Op.cit, p. 11.
[11] VITALES. L. Contribución a la Historia… Op cit, p. 27.
[12] Pérez y Zorrilla provenían de la Universidad de Chile.
[13] Testimonio de J.P Op. cit. 13 de Noviembre del 2008.
[14] Testimonio de P.F. Op. cit. 7 de Octubre del 2008.
[15] Información entregada por ex miristas a través de correo electrónico, 13 de Noviembre del 2008.
[16] Ernesto Miranda, ex integrante del grupo Libertario de carácter Anarquista.
[17] Según Pedro Naranjos los jóvenes penquistas ya eran parte del comité central del MIR los años 1965 -1966.
[18] Enrique Sepúlveda, viejo luchador de carácter Trotskista.
[19] Miguel Enríquez, estudiante universitario, que inicios sus pasos en la VRM.
[20] Nelson Gutiérrez fue parte de los jóvenes rebeldes de la Universidad de Concepción, pero no formó l comité central el año 1967, solo se menciona como dato general.
[21] SALAZAR. G. – JULIO. P. Op. cit. p. 216.

LAS PRIMERAS ACUSACIONES Y LA CLANDESTINIDAD DE LOS JÓVENES PENQUISTAS.

Hacia fines del gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970) el MIR era considerado como “(…) un pequeño grupo en la clandestinidad, con existencia orgánica en algunas provincias, con enraizamiento precario en el movimiento de masas, fundamentalmente entre algunos sectores estudiantiles y pobladores, con una corta historia, después de una división reciente (junio de 1969) y contando con cuadros en su mayoría jóvenes y recién incorporados a la vida política[1]

La represión por parte del gobierno se hizo sentir en Concepción y en el MIR, el factor primordial de estos ataques es la reforma y autonomía de la Universidad de Concepción, que pasó a segundo orden dándole prioridad a la represión de los grupos Izquierdistas de la casa de estudios. En 1969 los hechos que enmarcaron los sucesos violentistas fueron, el ataque contra el director del vespertino “Noticias de la Tarde”, Hernán Osses Santa María, cuyo diario hace realiza acciones periodísticas contra del Movimiento de Izquierda Revolucionaria las que luego se radicalizarán y pasarán a la Universidad de Concepción[2].

Los ataques que se realizaron en la Universidad de Concepción recayeron principalmente en los movimientos izquierdistas y en ese momento estaba en la mira el MIR, acusado constantemente incluso por personajes como el Ministro Pérez Zujovic, quien se amparaba de la Ley de Seguridad Interior del Estado y acusaba al MIR de hacer “Apología de la Violencia”. Las miradas recaen en el MIR y sus dirigentes, es más la Policía realizó allanamientos en domicilios particulares, en donde se ve afectado el domicilio del rector de la Universidad de Concepción, el médico Edgardo Enríquez, padre de Miguel Enríquez. Las miradas no estaban puestas en Don Edgardo, más bien estaban puestas en las caras más visibles del MIR en ese tiempo; Miguel Enríquez Espinosa [3] y Luciano Cruz Aguayo, este último acusado por Hernán Osses de ser uno de los participantes del ataque contra su persona. Tras las acusaciones y la búsqueda policial, los dirigentes del MIR lograron burlar las barreras policiales y llegaron a Santiago[4].

Después de las acusaciones contra el MIR, los dirigentes del movimiento dan una entrevista secreta en Santiago a la Revista Punto Final y expresan su opinión sobre estas acusaciones. Luciano Cruz indicó:

“El jueves 5 de junio acompañado por un dirigente del instituto Chileno – Cubano de Cultura de Concepción, viajé en automóvil a la ciudad de Chillán para tomar parte en un acto que había programado el instituto Chileno Cubano de esas ciudad… llegamos a Chillán a las 12 de la noche y por esta razón no se puedo efectuar la charla que estaba programada (…) me dirigí entonces a la escuela de Agronomía que la U. de Concepción mantiene en Chillán. Donde me reuní con un grupo de compañeros del MIR. La reunión se prolongó hasta la 4 de la mañana, con que resulta evidente que yo no pude estar en Concepción[5]

Tras esta entrevista los jóvenes tratan de excusarse de los cargos que se le confieren, mencionando incluso que sobre el MIR se dicen muchas cosas, entre ellas:

- La preparación en campos de entrenamientos guerrilleros en Nahuelbuta.
- Submarino soviético con tripulación cubana había llegado a la costa de Arauco.
- Instalación de un campamento guerrillero en Chiguayante
- La acusación de la bomba al Director de Investigaciones Emilio Oelckers.
- Se le ha tratado de delincuente habitual al presidente de la FEC, Nelson Gutiérrez.

Tras estas acusaciones Miguel Enríquez menciona que “el gobierno ha elegido al MIR para iniciar una represión que después se extenderá a toda la izquierda si ésta no se da cuenta a tiempo de la maniobra y toma las medidas necesarias para enfrentar la ofensiva fascista[6]”, poco a poco las críticas y las persecuciones al MIR se hicieron más habituales y concretas durantes los años posteriores, catalogándolo incluso como un grupo “terrorista”.





[1] Comisión Política del MIR: “La Táctica del MIR en el Actual Período” (diciembre de 1973), 1998, pp. 297-298. en PEREZ. C. (2004), “Años de Disparo y Tortura (1973-1975): Los Últimos días de Miguel Enríquez”, Estudios Públicos 96. p. 337.
[2] Revista Punto Final, Marte 17 de Junio de 1969, p. 2.
[3] En esta fecha Miguel Enríquez tenia 25 años y Luciano Cruz 24 años.
[4] Revista punto Final, Op.cit, p. 2.
[5] Ibídem.
[6] Ibídem, Revista Punto Final. p, 4.

ANTECEDENTES SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DEL MIR Y SU RELACIÓN CON LOS JÓVENES PENQUISTAS

Se presenta capítulo 9 de la tesis de licenciatura LOS JÓVENES REBELDES DE LA UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN – CHILE Y SU CONTRIBUCIÓN AL FORTALECIMIENTO DEL MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA, MIR (1965-1969) de Paul González y Felipe Muñoz


En la calle San Francisco Nº 269 en la comuna de San Miguel, en un local de la Federación de Cueros y Calzados, los días 14 y 15 de Agosto de 1965, llegaron personas de diferentes regiones y fracciones políticas de nuestro país; Valparaíso, Santiago y Concepción. Entre ellos destacan importantes personajes del sector sindical como Clotario Blest, y viejos políticos como Ernesto Miranda (del grupo Anarquista “Libertario”), Hernán Gamboa – Patricio Figueroa (del Partido Socialista Revolucionario), Humberto Valenzuela- Luis Vitale (por el lado Trotskista) y jóvenes estudiantes como Miguel Enríquez, Bautista van Schouwen, Edgardo Enríquez, Sergio Pérez, Ricardo Ruz. Luciano Cruz – Sergio Zorrilla y Jorge Fuentes (venidos del Partido Comunista), y jóvenes sin vinculación política anteriores, como Luis Retamal y Martín Hernández[1]

En este congreso fundador se expresó la “Tesis Insurreccional” redactada por los hermanos Miguel y Marco Antonio Enríquez (leída por Miguel), como bien lo explica Vitale[2]: “hecho inédito en la historia de los partidos de la izquierda chilena, pues en ninguno de sus Congresos jamás fue aprobada una tesis insurreccional[3]

Luego de su expulsión del Partido Socialista, Miguel Enríquez se incorpora a la Vanguardia Revolucionaria Marxista (VRM). A finales de 1964 Concepción es sede del Congreso Latinoamericano de Medicina, donde asisten jóvenes que forman parte de grupos revolucionarios latinoamericanos. Miguel Enríquez, Luciano Cruz y Bautista van Schouwen (Bauchi), fueron parte de éste, como miembros de la VRM. En este encuentro tuvieron interacción con el MIR Venezolano y Peruano. En el mismo año el hermano de Miguel, Marco Antonio Enríquez, fue elegido Vocal de la FEC como candidato de la VRM.

Cuando Luciano Cruz logra la jefatura de la FEC en el año 1967[4], el MIR se comenzaba a “fortalecer”, se podía ver la proyección del movimiento. Este mismo año se realiza el Tercer Congreso del MIR en Santiago en la comuna de San Miguel, los días 7 y 8 de Diciembre. Tras la invitación realizada por la dirección de la Revolución Cubana, Miguel Enríquez se ausentó del primer día del congreso, y solo se hace participe del segundo día, quedándose junto a Luciano, Bautista, Zorrilla y Pérez, en la cabeza del nuevo Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Enríquez sólo tenía 23 años al tomar el cargo, estaba terminado el internado de medicina. En el 1968 se casa con la estudiante de Filosofía Alejandra Pizarro Romero, y durante el mismo año se van a Santiago, tras su beca en el Hospital de Neurocirugía de Santiago. Bautista van Schouwen se queda en Concepción tras la beca en el Hospital Regional[5].

En 1968 el MIR agudiza sus tácticas, en este mismo año se integran al movimiento, el GRAMA (Grupo Avanzada Marxista de Concepción) y el FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias, de Santiago). Progresivamente se envía a Luciano Cruz a Cuba para la formación en áreas especiales. La invasión de Checoslovaquia por la URSS, fue repugnado por los dirigentes miristas (el cual veían sólo intereses burocráticos en la URSS), siendo este hecho factor de choque entre la izquierda tradicional y Cuba[6].

Luego de dos años de funcionamiento existieron en el MIR posturas que se dividieron en tradicionales y no tradicionales. Bajo el ala no tradicional se agruparon quienes acusaban a la dirigencia del movimiento de no ser capaz de resolver las tres temáticas principales: programa y estrategia, método de lucha y la construcción del Partido Revolucionario[7]. Mientras el ala tradicional mantuvo la política de inicio.

La idea de formar al MIR en un Partido Revolucionario, llevó a que la prensa (EL REBELDE órgano oficial del MIR) jugará un rol primordial que bien lo menciona Bautista van Schouwen: “El Rebelde no es un periódico imparcial. Estamos decididamente ubicados en la trinchera de los obreros y campesinos revolucionarios, de los pobres del campo y la ciudad[8]

No solo en Chile se daba este tipo de expresión en “Perú (donde Miguel entrevistó al comandante guerrillero de la Puente), Bolivia (de donde se tenía difusas noticias del ejercito de liberación Nacional) y Uruguay (con la guerrilla Urbana de los Tupamaros) eran escenario de lucha armada, contra los gobiernos burgueses[9]

El carácter teórico de los principios del movimiento, se expresa de forma significativa por el historiador Igor Goicovic, el cual manifiesta: “El MIR tiene como finalidad derrocar el sistema capitalista y reemplazarlo por un gobierno de obreros y campesinos, dirigido por los órganos del poder proletario, fijándose como tarea la construcción del socialismo y la extensión gradual del Estado, hasta llegar a la sociedad sin clases. De igual manera el MIR reconocía la existencia histórica de la lucha de clases y, de acuerdo con ello, asumía el combate intransigente contra los explotadores, rechazando todo intento de amortiguar esa lucha. Se planteaba, además que el siglo XX era la etapa de agonía definitiva del sistema capitalista.[10]

[1] NARANJO, P. “La vida de Miguel Enríquez y EL MIR”, publicado en CEME, Centro de Estudio Miguel Enríquez, p. 23.
[2] En este congreso Luis Vitale redacto el borrador de la Declaración de Principios del MIR.
[3] VITALE, L. Op.cit. p. 8.
[4] Recordar la muerte del Ché Guevara en 1967 en la quebrada de Yuro en la selva Boliviana.
[5] NARANJO, P. Op .cit, p. 11.
[6] Ibídem. p. 36.
[7] SANDOVAL. C. (1990) MIR (una historia), Sociedad Editorial Trabajadores, Chile, p. 38.
[8] El Rebelde. Órgano oficial del MIR, Septiembre de 1968 en SANDOVAL. C. MIR (una historia), Sociedad Editorial Trabajadores, Santiago de Chile, p. 38.
[9] Ibídem.
[10] GOICOVIC, I. “Teoría de la violencia y estrategia de poder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, 1967-1986”, archivo Chile: Historia Político Social-Movimiento Popular, CEME: Centro de Estudios Miguel Enríquez, Pág. 5.

LA HISTORIA DEL PRESENTE: UNA NUEVA FORMA DE HACER HISTORIA

“Para hacer historia, volved la espalda resueltamente al pasado, vivid primero. Mezclaos con la vida. Con la vida intelectual, indudablemente, en toda su veracidad. Sed geógrafo, historiadores. Y también juristas y sociólogo y psicólogo; no hay que cerrar los ojos antes el gran movimiento que transforma las ciencias de universo físico a una velocidad vertiginosa[1]”.


Para el estudio de la historia no solo encontramos en el pasado las respuestas que explican nuestro presente. El historiador, como menciona Bloch (2000), “se halla en la imposibilidad absoluta de comprobar por sí mismo los hechos que estudia[2]”, y da como ejemplo que ningún egiptólogo ha visto a Ramsés, y que solo a través del testimonio se pueden recuperar los hechos. Esto limita al historiador, en cuanto al “conocer presencial”, pero no en el “hecho de conocer”. El historiador conoce el pasado a través de las fuentes, cualquier signo o rastro que se conozca, puede servir a la reconstrucción histórica, es más: “todo lo que informa de la presencia humana ya es útil…[3]

Pero, cuando se habla de historia, ¿es necesario hablar sólo del pasado?, ¿y si el pasado es lo que aconteció, el ayer ya es historia? Estas preguntas se pueden responder de la siguiente forma: "Lo histórico es una dimensión ineludible de lo existente y no sólo de lo que ha existido[4]".

El cuestionamiento de la “historia del presente”, como menciona el historiador Ángel Soto se basa en el fundamento si el presente “puede ser objeto de ciencia”.

¿Es necesario que pasen cientos de años para hacer historia?, a esta interrogante responde Soto (2000): “si atendemos al criterio que es preciso que pase medio siglo o una generación para acceder a lo verdaderamente historiable, resultará que muchos procesos básicos para entender el mundo en que vivimos, algunos prácticamente cerrados -pero ocurridos en las últimas décadas-, quedarán ocultos a nuestro conocimiento[5]”.

Pero ¿qué es la historia del presente?

La historia del presente o del tiempo presente, es aquella que se preocupa por “estudiar lo que está vivo e inconcluso en un diálogo permanente con las Ciencias Sociales, se intenta hacer una síntesis -a partir de las diversas contribuciones que han hecho diferentes autores- que permita una definición acerca de qué hemos de entender por tal, algunos de sus elementos característicos, las objeciones que hacen sus críticos, así como la defensa de la factibilidad de su estudio[6]. Esto lo podemos complementar con las palabras de Benedetto Croce cuando menciona que "La historia es siempre contemporánea", haciendo alusión a la relación directa entre historia y presente.

La historia del presente fue”expulsada del quehacer historiográfico por el positivismo, que vinculó la historia con un pasado, desvinculado epistemológicamente del presente, la solidificación del pasado en el documento escrito, no exento de fetichismo, alejó al historiador de las preocupaciones historiográficas de su propio momento y del riesgo del contraste con los contemporáneos del hecho[7]".

La historia del presente no solo es una cuestión del hoy. Tanto Heródoto como Tucídides, fueron observadores de su tiempo, ejemplo de ello: “Tucídides escribió la historia que se desarrollaba ante sus propios ojos: la historia de los sucesos según fueron sucediendo[8]”, al igual que Polibio y César “quien tomaba nota, en su Guerra de las Galias[9]

En los tiempos contemporáneos (principalmente posterior a la Segunda Guerra Mundial) universidades e institutos han tomado este quehacer historiográfico. En Alemania el: “Institut für Zeitgeschichte, de Munich y Viena, dedicados a la Historia Contemporánea y que oscilan entre Gegenwartgeschichte (Historia del Presente) o Mitlebenden (Historia de los que comparten nuestra vida)[10]”. En Londres el: “Institut of Contemporary British History”, en Italia el: “Instituti della Resistenza”, en Francia - Paris (1979): “Institut d'Histoire du Temps Présent”


Chile incorpora la corriente del presente, a través del “Centro de Investigación y Documentación en Historia Contemporánea de Chile” de la Universidad Finis Terrae, con la recepción de archivos e investigaciones sobre la historia del tiempo presente. Asimismo el “Centro de Estudios Bicentenario 1810 -2010[11]”, rescata documentos, particularmente enfocados a los últimos 30 años[12].

La historia del tiempo presente se diferencia notoriamente de la historia tradicional, ya que su interés no recae en “los cientos de años” como objeto de estudio, sino más bien la historia del tiempo presente “comporta situarse en un trayecto cuyo destino final no se conoce[13]”. Esto llevaría al historiador a caer más rápido en errores y en subjetividad, ya que él estaría dentro del proceso histórico, sería sujeto y objeto al mismo tiempo.

Cualquier estudio historiográfico o mejor dicho "cualquier estudio impone al investigador un ejercicio continuado de humildad y paciencia. Sólo a través de una paciente indagación llegará a poseer los dispersos o poco accesibles materiales necesarios para el intento. Cuando su paciencia se haya ejercitado en la búsqueda y selección de materiales, se reafirmará en el convencimiento de la provisionalidad de las conclusiones alcanzadas, que han de someterse no tanto a un contraste con otras opiniones establecidas como a un careo con posibles nuevas fuentes documentales y testimonios que habrán de revelarse inevitablemente en los años sucesivos[14]"

Algunas críticas que pesan sobre la “historia del presente” son: 1) "persiste la costumbre de reservar las opiniones sobre hechos recientes a la práctica del periodismo, de las ciencias sociales o de la política[15]", 2) no entrega frente a los pares (historiadores) distensión academicista, en contra posición a los investigadores del pasado más remoto. Los cuales mencionan como falencias: el problema de las fuentes, la distancia temporal, carencia de objetividad, desconocimiento del final, quiebre del continuum de la historia de Occidente, independencia del conocimiento y carencias de instrumentos epistemológicos y metodológicos, y el uso político.

Soto (2000), menciona en defensa de la historia del presente que: “Cuando vemos afianzarse la necesidad inevitable de escribir la Historia del Presente, no lo hacemos por obra de un capricho de editor o ministro, ni de una moda, sino por el hecho mismo de la aparición de un tipo de vida propia iniciado en la segunda mitad del siglo XX[16]”.

Los tiempos avanzan y no por ello el historiador se debe quedar en el “tiempo pasado” bajo una estructura mental dogmática, es necesario comprender que: “El historiador, tradicional o contemporáneo, debe ser un hombre culto, lo que no significa, ni mucho menos, llenar el cerebro de vetusteces y antigüedades sino, por el contrario, vivir a la altura de las ideas de su tiempo, como afirma Ortega y Gasset[17]”.

En conclusión la historia del tiempo presente pretende ampliar la visión histórica de los acontecimientos, otorgando un mayor campo de estudio al quehacer historiográfico. Si en la actualidad estamos acostumbrados a las regalías que entrega la post-modernidad, como por ejemplo la televisión, celulares e Internet, ¿el historiador debe quedarse sin la utilización de estas nuevas herramientas? y si las utiliza ¿se aleja del cientificismo histórico? preguntas que deberían plantearse los estudiosos de las ciencias sociales (en especial los llamados positivistas), ya que el hombre es sujeto del tiempo y no por ello inmóvil.

p.g.m.


[1] FEBVRE, L. (1974) Combates por la Historia., ediciones Ariel, Barcelona.
[2] BLOCH, M. (2000) Introducción a la Historia; traducción de Pablo González Casanova, cuarta edición, México, FCE, p.52.
[3] FEBVRE, L. Op. cit, p. 39.
[4] ARÓSTEGUI, J., "Sociología e historiografía en el análisis del cambio social reciente". En Ángel Soto “Historia del Presente: Estado de la cuestión y Conceptualización” en Historia Actual Online (HAOL), Nº 3, 2000, p.101.
[5] SOTO, A. (2000)“Historia del Presente: Estado de la cuestión y Conceptualización” en Historia Actual Online (HAOL), Nº 3, p.101.
[6] Ibídem, p.102.
[7] Ibídem, p.103.
[8] Ibídem, p.103.
[9] Ibídem.
[10] Ibídem p.104.
[11] Página oficial del Centro de Estudios Bicentenario 1810 -2010: http://www.bicentenariochile.com
[12] Ibídem.
[13] Ibídem p.105.
[14] PALACIOS, V. Consideraciones sobre la investigación actual de nuestra historia. Madrid, Universidad Complutense, 1969, 36. en SOTO, A, “Historia del Presente: Estado de la cuestión y Conceptualización” en Historia Actual Online (HAOL), Nº 3, 2000, p.105.
[15] SALINAS, A., "Los historiadores chilenos y la historia contemporánea. Un segundo enfoque". Finis Terrea, I, (1993), 75. en SOTO, A, “Historia del Presente: Estado de la cuestión y Conceptualización” en Historia Actual Online (HAOL), Nº 3, 2000, p.107.
[16] Ibídem, p.108.
[17] SALINAS, A. Op. cit, en SOTO, A, “Historia del Presente: Estado de la cuestión y Conceptualización” en Historia Actual Online (HAOL), Nº 3, 2000, p. 114.

EL CAMBIO HISTORIOGRÁFICO EN CHILE Y LA PREOCUPACION POR LOS SECTORES POPULARES

La historia no es sólo pasado, sino también y principalmente, presente y futuro. La historia es proyección. Es la construcción de la realidad futura[1]”.


Los historiadores clásicos del siglo XIX, como Diego Barros Arana, Benjamín Vicuña Mackena y Miguel Luis Amunátegui, en sus monumentales obras[2] centraron las investigaciones en temas políticos, bélicos y diplomáticos, donde los protagonistas de la historia eran los “grandes hombres”, se estaba en presencia de una historia de elite. Es solo hacia mediados del siglo XX, gracias a la historiografía marxista clásica, es que la historiografía chilena tiene una nueva mirada. Al respecto, Gabriel Salazar (2000) afirma:

“Sólo en 1948 el historiador Julio Cesar Jobet, denuncia que la Historia de Chile se había escrito en función de la pequeña oligarquía gobernante[3]

En Chile el estudio sobre los movimientos populares o el estudio de los sujetos descentralizados, se originan con los trabajos realizados por los historiadores marxistas clásicos, entre ellos: “Julio Cesar Jobet, Marcelo Segall, Hernán Ramírez Necochea, Jorge Barría Serón, Fernando Ortiz Letelier, Luis Vitale y Enrique Reyes[4]”. Una de las características generales de estos historiadores, fue su apego a la militancia política (activistas de la izquierda tradicional chilena) lo que llevó a la teoría marxista a ser el marco teórico y metodológico de sus investigaciones, “todos ellos otorgaron un lugar central al proletariado minero e industrial, de acuerdo al postulado de Marx que veía en este sujeto social la única clase verdaderamente revolucionaria de la sociedad capitalista[5]”. Esto se puede ver expresado cuando Hernán Ramírez Necochea sostiene que “el proletariado es en Chile –lo mismo que en todo el mundo– la clase a la que pertenece el porvenir[6]

Quizás muchos consideren repetitivo hablar sobre la historia social en Chile, y nombrar a los historiadores marxistas clásicos y la generación siguiente (Barría, Ortiz, Vitale[7] y Reyes). Aún más, reciben crítica de forma y fondo: Jobet, Segall, Ramírez, Vitale y Barría por la falta de profundidad en sus investigaciones, carencias metodológicas (referencias, especialmente Segall), el carácter ensayístico de sus trabajos (especialmente Jobet, Segall y Ramírez) su militancia, que juega como barrera a priori a la objetividad de sus investigaciones, o la visión lineal de la historia (Ramírez, Barría).

Frente a éstas surgen inquietudes tales como: ¿existen historiadores que no se comprometan con alguna tendencia política?, ¿hay algo negativo en sostener una postura política o una visión distinta a la tradicional mirada de los procesos históricos? o ¿el historiador debe ser más bien un sujeto a-político, que guarda distancia prudente de los acontecimientos que investiga y se restringe de emitir juicios?

Frente a estas preguntas, nos encontramos con la reflexión de Salazar (1999), orientando la visión que compartimos, cuando menciona que:

“La Historia de Chile "tradicional" -reconocida como tal por el profesor Villalobos- ha sido escrita por numerosos historiadores "para" y "desde" las élites de este país, y nadie discute a esos historiadores su deslizamiento subjetivo hacia esa perspectiva particular y no, por ejemplo, hacia la de los pobres o de la gran masa ciudadana[8]

Aunque las críticas antes enunciadas emanan efectivamente de un problema de carácter metodológico (la falta de fuentes por ejemplo), es imposible desmentir el aporte que han realizado los historiadores marxistas clásicos a la visibilización de los sujetos populares y su protagonismo en la historia de Chile. Tanto éstos como los historiadores de la Nueva Historia, han construido una temática historiográfica diferente, que se estructura desde abajo.

Lineamientos para un estudio sobre la historia laboral en Chile

En este sentido, no se pueden olvidar a historiadores que marcaron las pautas de la historia laboral o la historia de los trabajadores en Chile. En primer lugar, nos referiremos a Moisés Poblete Troncoso y sus investigaciones: “La organización sindical en Chile y otros estudios sociales (Ministerio de Higiene, asistencia, previsión Social y trabajo, Santiago, 1926) y El movimiento de asociación profesional obrera en Chile (Jornada 29, El Colegio de México, CES, México, 1945[9]”. Las temáticas abordadas por Poblete, orientadas a los aspectos institucionales y políticos de la organización sindical, serán las mismas que más adelante incorporarán los historiadores Jorge Barría Serón y Julio Cesar Jobet, pero desde un mirada ideológica opuesta.

El segundo historiador que mencionaremos es Domingo Amunátegui Solar, quien centró sus estudios en la “clase popular”. Una de sus obras es la “Historia social de Chile” que se publicó en un contexto de efervescencia social en 1932. Su aporte fue el reconocimiento de la existencia de dos historias paralelas: “conocida, vivida y escrita por el pequeño grupo de la elite dirigente[10]” y la que permanecía “oculta, desconocida y mayoritaria, y correspondía a las clases populares[11]

Un tercer investigador con aportes en el área del movimiento obrero chileno fue Ángel Calderón Barra, quien con una influencia marxista, generó textos como: “Transformación de la huelga económica en medio de la acción política contra el estado (concepción marxista[12]): legislación sobre huelga en Chile: evolución histórico social del movimiento obrero”. Este trabajo contiene un capítulo en especial dirigido a la evolución histórica social del movimiento obrero en Chile. Presenta una mirada de la historia que abarca desde el periodo colonial y expone que las condiciones sociales y económicas no permitieron una organización de los trabajadores.

Aristodemo Escobar Zenteno, en la década del 40 aportó con el texto: “Compendio de la legislación social y desarrollo del movimiento obrero en Chile”, desde una mirada afable a las vertientes revolucionarias y al anarcosindicalismo[13]. Quien más adelante continuará en esta línea de análisis es Luis Heredia en su texto “Cómo se construirá el socialismo”, quien lo complementa con relatos testimoniales. Por su parte Tulio Lagos Valenzuela en “Bosquejo histórico del movimiento obrero en Chile”, afirmaba que en 1830 la mayoría de la población no había tenido protagonismo[14]. De igual forma describe el origen de la llamada cuestión social y del comienzo de la FOCH[15].

Los autores antes mencionados hicieron el intento de reconstruir la historia de los trabajadores, dando con ello los primeros pasos en estudios de este tipo, cuyos enfoques variaron en el tiempo. Los autores ya mencionados junto a la historiografía “marxista clásica”, dieron “voz” a los sujetos “sin voz”, cuando éstos comienzan a ser rescatados de las aguas subterráneas de la sociedad chilena, rescate que se mezcla con la ideología marxista, que identifica a historiadores (como los mencionados anteriormente Julio Cesar Jobet, Marcelo Segall, Hernán Ramírez Necochea, Jorge Barría Serón, Fernando Ortiz Letelier, Luis Vitale y Enrique Reyes), unos más radicales que otros políticamente. Sin el interés de los mencionados autores, el estudio del sujeto popular en Chile, hubiera tardado mucho más tiempo en hacerse efectivo.

Paul González Moreira




[1] GREZ S. - SALAZAR G. (1999), Manifiesto de Historiadores, LOM Ediciones, Santiago de Chile, p. 19.
[2] Por ejemplo, Barros Arana y sus 16 tomos de la Historia General de Chile
[3] SALAZAR, G. (2000), Labradores, peones y proletarios, formación y crisis de la sociedad popular Chilena del siglo XIX, LOM Ediciones, p. 7.
[4] GREZ. S.: “Escribir La Historia De Los Sectores Populares. ¿Con o sin la política incluida? A propósito de dos miradas a la historia social (Chile siglo XX)”, En Revista Armas de la Critica, Nº 8, p. 2
[5] RAMÍREZ H. en GREZ. S.: “Escribir La Historia De Los Sectores Populares. ¿Con o sin la política incluida? A propósito de dos miradas a la historia social (Chile siglo XX)”, En Revista Armas de la Critica, Nº 8, p.3
[6] Ibídem.
[7] En el caso específico de Luis Vitale, participó del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
[8] SALAZAR, G. Sobre unas críticas indirectas a la “Historia contemporánea de chile”, El Mercurio, Artes y Letras, 6 de junio de 1999.
[9] ROJAS, J. (2000) “Los trabajos en la historiografía chilena: balance y proyecciones”, Revista de Economía & Trabajo, Nº 10, p. 49.
[10] Ibídem.
[11] Ibídem.
[12] Memoria de prueba en Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Chile, Santiago de Chile 1937.
[13] ROJAS, J. (2000), Op.cit. P. 49.
[14] Ibídem.
[15] Federación Obrera de Chile
[16] CROCE, B. (1942), La historia como hazaña de la libertad. México, FCE.
[17] FUENTES, M. (2007) Gabriel Salazar y la “ NUEVA HISTORIA” Elementos para un polémica desde el Marxismo Clásico (Exposición y Debate) , Ediciones Clase contra clase, Santiago de Chile, p. 58.
[18] Ibídem. p. 69.
[19] GREZ, S. Op.cit. p. 3.
[20] FUENTES, M. Op.cit. p.60.
[21] Ibídem.
[22] Ibídem.